La
investigación científica ha demostrado que la autoconciencia, la confianza en
uno mismo, la empatía y la gestión más adecuada de las emociones e impulsos
perturbadores no sólo mejoran la conducta del niño, sino que también inciden muy
positivamente en su rendimiento académico.
La
infancia es, probablemente, la mejor época de la vida para sembrar la esencia
de la educación emocional y para trabajar este aspecto de nuestro ser. Esto
ayudará a conseguir que los niños se conviertan en adultos saludables para sí
mismos y para el entorno en el que viven. De ahí la necesidad de darles
herramientas, porque en realidad sólo necesitan eso, todo lo demás, para ellos,
es muy natural. Y creo que no podemos negárselo, hoy en día, con todo lo que
sabemos al respecto y con todos los recursos de los que disponemos.
A lo largo de este curso trabajaremos las emociones. Con ello pretendemos que nuestros alumnado conozca las diferentes emociones positivas y negativas y que sea capaz de tomar conciencia de sus emociones en el momento en las que las siente.
Os dejo un material que me ha parecido interesante para trabajar en nuestras aulas las emociones.
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