NOVIEMBRE
MARUJA MALLO
Hoy quiero que conozcáis a una mujer que llegó a ser una gran pintora y un ser excepcional. Con un carácter libre, no dudó en enfrentarse, con su estilo de vida y arte, al que entonces era considerado el comportamiento femenino más adecuado. Ella se llama Maruja Mallo
A mí me gusta mucho, realizó cuadros de muy diferentes estilos. Claro toda una vida llena de experiencias, viajes y encuentros con muchas personas artistas como ella, la hicieron pasar por etapas distintas en su modo de pintar. Esta vez os dejo que ella misma os cuente su historia:
Hola chicos y chicas, yo nací como regalo de Reyes para mis padres y es que llegué al mundo el 5 de enero de 1902 en Viveiro, un pueblo gallego. Éramos una familia feliz a pesar de ser numerosa, tenía trece hermanos. De niña siempre fui muy independiente y hacía siempre las cosas yo sola. Me gustaba mucho dibujar y mi familia me animó siempre para que continuara haciéndolo y me pusieron un profesor particular de dibujo hasta que fui a Madrid a estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes. Fui de las pocas mujeres que en esa época estudiaban en la universidad, ya que lo habitual era que no lo hicieran porque no estaba bien visto. ¡Menos mal que ya eso cambió!
Allí conocí y me hice muy amiga de Dalí, el pintor que ya conoceréis porque llegó a ser muy famoso, de Federico García Lorca, el poeta granadino del que seguro también habéis oído hablar y de Luis Buñuel, que se hizo director de cine. Siempre salíamos juntos, nos recorríamos Madrid y todos sus rincones. Nos lo pasábamos muy bien. Después conocí a Rafael Alberti, otro poeta universal. Nos enamoramos y pasamos unos años muy felices en el que compartíamos los mismos temas, yo en la pintura y él en sus versos. También fui amiga de Miguel Hernández de quién fui la musa para varios de su poemas. En aquella época me hice amiga de una escritora, Concha Méndez, con la que compartí mucho tiempo de mi vida, ella fue además de gran escritora una gran deportista. Los amigos, son realmente importantes y seguro que vosotros también pensáis lo mismo que yo.
El primer cuadro que hizo que se fijaran en mi pintura fue “La mujer de la cabra” (1.927) ya que en él, la figura femenina representada estaba en movimiento, algo que los artistas no venían haciendo, mayormente las pintaban sentadas o quietas. Hoy os parecerá muy raro, pero en aquellos años 20 del siglo XX, era lo normal. Pero yo no era así y tampoco algunas de las mujeres de mi entorno, por eso yo las pintaba activas, haciendo cosas fuera del hogar. Eso era algo que no gustaba a muchos hombres y mujeres que en aquel entonces pensaban que el lugar adecuado para nosotras era la casa y el cuidado de la familia.
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Mis cuadros estaban llenos de color. Utilizaba la geometría para colorear las figuras superpuestas, me gustaba el estilo llamado cubismo. Eran los años que salían con mis amigos a fiestas y verbenas y por eso fueron temas que pinté, como el titulado “La verbena” (1927). Mi admiración por todo lo que iba aconteciendo, las nuevas máquinas, el dinamismo callejero, me llevaron a realizar dibujos de deportes, de máquinas y maniquíes, realizados con lápices de colores y carboncillo. Los llamé Estampas (1927-1928).
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En esos años fui muy reconocida y recibía muchos elogios de personajes muy ilustres, me llamaron de diversas maneras, “la brujita joven” y “la sibila bíblica”, con estas palabras sí que me gustaba que me llamaran porque significa: la nueva sacerdotisa del arte.
Me tuve que marchar de España porque aquí comenzó una guerra y podía perder mi vida si me quedaba. Me fui a Argentina y allí pinté una serie con motivos del mar y la tierra. Espigas, peces, la hoz, la red, trabajos del campo y de la mar. Son unos cuadros muy grandes, a los que llamé La religión del trabajo y Mensaje del mar y La red.
Recorrí Argentina y también Uruguay y me impresionaron mucho la flora y la fauna de las playas. Reflejo de aquellas imágenes son mi serie Naturalezas vivas(1.940). Tenían mucho colorido y pintaba caracolas, rosas, estrellas de mar, orquídeas, donde utilicé mucho la regla y el compás. ¿Cómo, os extraña? Pues sabed que todos los pintores han utilizado como vosotros esos útiles y yo también, es algo normal. Pinté al mismo tiempo cuadros de cabezas femeninas de diferentes arquetipos raciales.
Continúo con mis viajes y realizo diferentes visitas a los Andes, allí disfruto mucho, me apetecía alejarme de la ciudad, además aquellos lugares están llenos de leyendas y magia, y aquellos momentos me sirvieron para pintar una serie de cuadros sobre Máscaras.
Me vuelvo por fin a España en 1961. Mis últimos cuadros son un reflejo de mis miradas hacia el cielo, me atraen las constelaciones, el espacio. Es la serie Los moradores del vacío o Viajeros del éter, mi último ciclo plástico. Mi homenaje a la quinta dimensión, mostrando una especie de símbolos, naves espaciales o nuevas constelaciones que yo misma inventaba y bautizaba con nombres tales como Agol, Geonauta y Selvatro.
He vivido años apenas sin salir, pero a partir de 1975 comienzo a dejarme ver y a mostrarme en los círculos donde se movía la cultura, exposiciones, cafés… Me disfrazo de alegría para esas ocasiones. Sé que llamo la atención, voy muy maquillada, con zapatos de altas plataformas. ¡He sido tanto tiempo invisible para todos! Ahora me apetece ir así y estoy feliz porque por fin realizan una exposición individual con mis cuadros y todos los admiran y reconocen su valor.
Bueno amigos y amigas espero que os haya gustado conocer a Maruja Mallo e investiguéis durante este mes de noviembre para conocerla un poquito más.
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